Casas de quincha: sueños tejidos en barro que sobreviven a la modernidad

A lo lejos se escucha un quejido, es un grito rítmico y continuo.  ¡Es una saloma en la voz de un campesino, ajúúúa…ajúúúúúa!

Va tomando forma y ya se escucha el diálogo vocal que nos anuncia que la comunidad se ha reunido para trabajar, en esta ocasión para una Junta de Embarra.  Es la casa de una nueva pareja que verá cumplida una parte, muy importante, de su vida a través de una las tradiciones más hermosas en el campo panameño.

Con la migración de los jóvenes a las ciudades y la “modernidad” que llegó a los pueblos, son muy pocas las juntas que se hacen hoy día.  Orlando Barcasnegras es un panameño que se ha dedicado a promover esta tradición, a estudiar el tema y nos cuenta que desde niño siempre pensó hacer su propia casa.  Es un tema que le pone a brillar los ojos y sin poder evitarlo le trae recuerdos bonitos:

Orlando: Desde pequeño vi juntas de embarra y siempre escuchaba decir a las personas que la casa de quinchas eran frescas; y eso me impulsó a documentar e investigar todo el sistema constructivo  una casa embarrada en todos sus pasos, desde los cimientos hasta la parte superior incluyendo, saberes ancestrales,  espirituales, sociales, musicales,  al dedicarme a construir  casas de quincha y siempre sentí admiración por ese trabajo. No sé si lo llamaría un sueño, pero sí fue un deseo, una necesidad de conectar con mis raíces y mantener viva la tradición. Más que la casa en sí, lo que siempre quise era vivir la experiencia de una junta de embarra, sentir el barro en las manos, compartir con la comunidad y saber que estaba siendo parte de algo más grande que yo.

CEP: ¿Qué valor, vamos a decir, emocional tienen las casas de quincha?

Orlando: Las casas de quincha tienen un valor emocional profundo, porque no son solo estructuras de vivienda, sino testigos de la vida y la identidad de nuestros pueblos.  Son el reflejo de la unión comunitaria, de la solidaridad y del esfuerzo colectivo. Cada casa de quincha tiene una historia propia, porque se construye con la ayuda de familiares, vecinos y amigos, en un acto que va más allá de lo material: es una manifestación de la cultura viva, del respeto por las tradiciones y del sentido de pertenencia. Cuando una persona nace o crece en una casa de quincha, desarrolla un vínculo especial con su entorno, con la tierra y con la gente que la ayudó a levantarla.

CEP:  Hacer estas casas pareciera haber caído en desuso ¿Te costó mucho trabajo cumplir con el objetivo de hacer la casa?

Orlando: Sí, fue un reto grande. Encontrar gente dispuesta a ayudar no es tan fácil como antes, porque muchos han perdido la práctica o ya no ven la quincha como una opción viable. Pero lo más difícil fue conseguir los materiales adecuados, ya que algunas de las cañas y maderas que se usaban tradicionalmente ahora son más escasas o están protegidas. A pesar de todo, con paciencia y el apoyo de quienes aún creen en esta forma de construcción, logré hacerlo y fue una de las experiencias más gratificantes de mi vida.  La construí el día de mi cumpleaños, ese fue mi mayor regalo.

CEP: ¿Qué valor le dan, actualmente, los panameños a este tipo de vivienda?

Orlando:  Ha cambiado con el tiempo. Aunque todavía hay quienes las defienden y las prefieren por su frescura, resistencia y conexión con la tradición, la modernización  Y LA INDUSTRIA DEL CEMENTO ha hecho que muchas personas las vean como viviendas del pasado, asociadas a la pobreza o a la falta de desarrollo.   Sin embargo, en los últimos años ha habido un resurgimiento del interés por estos métodos constructivos, ya sea por razones ecológicas, patrimoniales o turísticas.    Algunas familias han optado por conservarlas, combinando materiales tradicionales con técnicas modernas y hay arquitectos e ingenieros como la doctora Silvia Arroyo y otros investigadores que buscan rescatar su importancia cultural, como yo.

CEP: ¿Hay algún indicio de que los más jóvenes quieran seguir con la tradición?

Orlando: La realidad es que son pocos los jóvenes que muestran interés en continuar con la tradición de la junta de embarra. En las comunidades rurales todavía se ve, pero en menor medida, porque la mayoría de los jóvenes se están yendo a las ciudades en busca de otras oportunidades. Sin embargo, aquellos que se quedan y participan en la construcción de estas casas, muchas veces lo hacen por orgullo de sus raíces, por amor a sus abuelos y a la historia de sus pueblos. La clave para que la tradición no se pierda está en educar y demostrar que la quincha no es sinónimo de atraso, sino de ingenio, sostenibilidad y cultura.

CEP: Su mensaje para los jóvenes.

Orlando: Me gustaría que las generaciones futuras entiendan que la quincha es más que barro y caña, es memoria viva. Cada estaca, cada capa de barro es el resultado de un conocimiento transmitido de generación en generación. Si algún día dejamos de hacer casas de quincha, perderemos más que una técnica constructiva; perderemos una forma de ser comunidad, de ayudarnos unos a otros, de valorar lo que la tierra nos da.

Un rescate que sonó a locura

En un intento por salvar la tradición, han surgido operadores turísticos con ideas interesantes.  Unos de esos grupos es Baena Travels, dirigido por Ángelo Solanilla.   Se trata de inculcar en los más jóvenes el significado de la tradición, incentivar en ellos el amor por sus raíces.

Solanilla nos cuenta que desde el 2022, se ha incluido la Junta de embarra como una de las experiencias turísticas. “Eso ha ayudado a que esa actividad, esa tradición, se rescate, que no se pierda lo que tenemos en nuestro interior”.

“La verdad que lo hicimos con mucho temor al principio, porque cuando comentamos que íbamos a rescatar esa actividad, las personas decían que estábamos locos. Y después que hicimos la primera actividad no tienes idea.  La gente se sentía como unos niños jugando en el lodo.  La verdad fue muy alegre muy orgánico, la gente lo disfrutó tanto y desde ese momento hasta acá hemos hecho más de 10. Todas exitosas”.

Solanilla comentó que ya tienen un programa, que incluye estudiantes de las escuelas y universidades, en el que se les lleva a Pedasí para hacer la junta allá.  “Porque la Junta de embarra habla de trabajo en equipo, solidaridad y es una tradición muy bonita, la comunidad que se unía para construir un nuevo hogar a una pareja recién casada”.

Considera que es una forma de transmitir valores a los que participan de esta tradición.  “No solamente a enlodarse y a comerse un sancocho hecho en leña, en fogón, los traguitos, la música, sino también el hecho del compartir, de colaborar”.

Es trabajo en equipo y cómo una comunidad se puede unir para ser mejor.  Tener esa comunión entre vecinos que se ha perdido, “ahora se vive en edificios y no ves a tus vecinos y ni los saludas en el elevador.  Y bueno la junta habla sobre cómo una comunidad unida puede hacer cosas muy lindas” finalizó Solanilla.

Durante una de estas experiencias, Shannon Stowell; CEO de ATTA (Adventure Travel Trade Association) dijo que la Junta de Embarra es algo increíble, «es una experiencia asombrosa e histórica; estamos divirtiéndonos con la comunidad, toda la gente que conocemos y la que no conocemos, ha sido increíble” manifestó

Lo cierto es que los esfuerzos se hacen, aunque no todos tienen resonancia, los que reconocen las tradiciones como pilar de la cultura de un país, permanecerán de pie en su intento por mantenerlas vivas por muchas generaciones más.

1 comentario en “Casas de quincha: sueños tejidos en barro que sobreviven a la modernidad”

  1. «Este artículo refleja con sensibilidad lo que por años he defendido y documentado como parte del patrimonio cultural de Panamá: la Junta de Embarra no es solo una técnica de construcción, sino una manifestación viva de identidad, solidaridad y memoria colectiva. Gracias a Dios mi persistencia fue tomada en cuenta , por el cual hoy día el proceso de documentación e inventario nacional que fue iniciado por la Dirección de Patrimonio Cultural de Panamá, bajo el liderazgo de la gestora Emma Gomés, y hoy día forma parte de los esfuerzos institucionales del Ministerio de Cultura para salvaguardar esta tradición.
    En ese sentido, (MiCultura), firmó este el expediente que propone la candidatura de los “Procesos de construcción de las casas de quincha y la “junta de embarre/embarra” y la presento en la Lista de Salvaguardia Urgente de la UNESCO.

    Además, es fundamental destacar al maestro de obra, constructor y carpintero Chico Vergara, quien ha edificado más de 80 casas de quincha y es uno de los últimos maestros activos que aún preservan esta técnica ancestral. Su conocimiento representa un pilar esencial en la continuidad de esta práctica cultural que fortalece comunidades y honra nuestras raíces rurales.»

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *