No logro recordar la primera vez que visité la provincia de Darién. Pero jamás olvidaré la magia que provoca en mí. Hoy quiero contarles de cómo se siente vivir esa magia, aunque creo que es algo inexplicable.
Darién es la provincia más extensa de Panamá, y es la menos poblada; pero de lo que sí está llena es de encanto. Darién es salvaje, pura, indómita, en cuanto pones un pie en su tierra quedas capturado de por vida. Su selva húmeda, repleta de vida es exuberante, donde el calor cargado de agua hace jadear a cada paso, es la vida.
Tome un bus en la terminal de transporte, se baja en Metetí, diríjase a Puerto Kimba y elija un destino cualquiera… no importa donde vaya, será capturado, por la magia por supuesto. El destino final depende del calibre de su aventura, porque hay lugares muy inhóspitos, donde no hay ni luz ni agua potable, pero con una vegetación casi virgen, hay poblados donde encontrará las comodidades básicas, incluyendo algún cuarto de alquiler. Y hay desde un lugar donde podrá practicar surf, pesca artesanal, buceo marino, con todas las comodidades.
Si viaja por tierra debe saber que llegará un punto donde deberá seguir su viaje por el río. También existe la posibilidad de viajar en avioneta. Usted decide, estudie sus posibilidades y preferencias y adelante.
Por tierra son 4 horas desde la Ciudad de Panamá hasta Metetí, la carretera es más o menos aceptable, y el costo del pasaje no pasa los 15 dólares.
Visitar Darién implica un alto grado de ánimo explorador y todo terreno. Necesita una mente amplia y un corazón abierto a recibir muchas emociones juntas. Los poblados son pocos, con escasos habitantes, las distancias largas. Los caudalosos ríos, el Río Chucunaque con 231 km y el Tuira 230 km, son los más largos de Panamá; eso dice la literatura, yo agregaría que son los que junto a la selva, los que contienen la magia. A lo largo de estas carreteras pluviales hay comunidades.
Navegar por sus aguas, en cualquiera de sus ríos, es embriagante. El sonido del agua corriendo, hipnotiza, transporta el alma hasta el corazón de la selva donde se fusiona con la madre tierra. No debería existir un panameño que muera sin conocer Darién. Aprendería a amar la tierra, a protegerla, a conocerla.
Los ritmos de Darién son diferentes a los que estamos acostumbrados. Son armónicos, agudos, tranquilos. Darién tiene sabor, olor, colores, provoca sensaciones más allá de los simples sentidos, llegan hasta el alma, la envuelven.
Cuando se acaba el viaje, la pasión se mantiene viva, lo suficiente hasta el próximo viaje. Ahora tome su mochila y a vivir!!